Daros por bienvenid@s a mi blog, un lugar donde la necesidad de comunicarme se vuelve importante.
Me encuentro en un punto que podría llamarse "en donde estoy", desde el cual aflora mi deseo de contar que me sucede en mi caminar (aprendizajes, busquedas, encuentros, música, relatos, regalos, viajes, sentimientos, logros laborales...), sin olvidarme de cómo se van resolviendo conflictos, dudas y valores.
El tema principal de este blog, como su título indica, es la consciencia canina. Siento la necesidad de desatar una venda y de encender una vela.
Creo en una convivencia real entre espécies animales, en este caso entre humano-perro, atendiendo a sentimientos claros y mente lúcida. Con la intención de favorecer una "actualización de estado" relacional con un animal que nos lleva acompañando varios siglos, y que la ciencia que se ocupa del estudio de su naturaleza, nació hace apenas 150 años.
Con todo esto doy el "pistoletazo de salida" a este blog.

jueves, 24 de mayo de 2012

Recoger los excrementos de nuestros perros.

Decimos que pisar excremento de perro es de buena suerte. Cuando nos pasa, seguro que esperamos que sea verdad porque, independientemente de la tradición, a casi todos nos molesta o les da asco.

Algunos propietarios de perros tienen un argumento “natural” para no recoger las heces de sus perros; el motivo es muy poco convincente: “es que sirve como abono natural”. La realidad es que es un completo error considerar el excremento canino como un abono ecológico, es una afectación para nuestra salud por la gran cantidad de enfermedades que los excrementos pueden transmitir a nuestros perros y, ellos a su vez, a nosotros.

Voy a hablar un poco del comportamiento canino. Los perros domésticos son descendientes de los lobos y por ello, ciertas conductas del lobo (canis lupus) se podrían extrapolar a los perros domésticos (canis familiaris). Los cánidos desarrollan mapas mentales del territorio para orientarse y presentar “títulos de propiedad” a otras manadas. Estas señales se comunican químicamente para informar los límites espaciales y se renuevan periódicamente.

Los lobos dejan sus heces en zonas de valor estratégico, por ejemplo cruces de camino y ciertos sectores transitados; es decir, que los cánidos marcan su territorio con señales olorosas y visuales.

Es lógico que tu perro siga la misma conducta. Dejará sus excrementos en lugares bien visibles y accesibles para otros perros. El contacto entre perros y heces es una necesidad biológica; su naturaleza les indica que olfateen las heces de otros perros. Así pues, la probabilidad de contagio de enfermedades es elevado; y esto debería ser razón suficiente para que levantes las heces de tu perro de la vía pública. Es cuestión de cuidar la salud de tu perro, tu familia, otros perros y otras familias.

Desafortunadamente existen muchas personas que no recogen los excrementos de sus perros y su negligencia perjudica a todos, en especial a los propietarios responsables y amantes de los animales.

El dejar las heces de tu perro en la calle es una falta de civismo y de respeto para el resto de las personas; además de que son perjudiciales para la salud.

Algunas enfermedades pueden ser transmitidas de los perros a las personas. Por ejemplo: parvovirus, moquillo, giardiasis, teniasis, criptosporidiasis, tricuriasis, amibiasis, toxocariasis, ancylostomiasis, hidatidosis, cenurosis.

Tal vez te preguntes cómo te puedes contagiar por medio de las heces de un perro. Piensa que las moscas pueden transportar los huevecillos de los parásitos a los alimentos, también puede ser que la materia fecal llegue a las aguas (estanques, embalses, etc.) y contaminarlas.

Así que cuando saques a pasear a tu perro, recoge las heces. Utiliza un recolector especial, un periodico o una bolsa de plástico  para evitar al máximo que te contamines y, por supuesto, lávate las manos con agua y jabón al regresar del paseo.

martes, 22 de mayo de 2012

¡¡Basta ya!!.



Hoy me he levantado con un ¡¡basta ya!!.

Creo en una lucha definitiva por la libertad, no por el poder.

Creo en un cambio de valores y un dejar "lo que se tiene y que se debe hacer".

Creo en un camino duro, luminoso y creativo.

Creo en un mandar a la mierda a Alemania, ha conseguido con el euro lo que no consiguio con Hitler.

Creo que somos grandes y no pequeños.

Creo en el humano y en la humanidad.

Creo en el cielo, la tierra y el amor.

Creo en la agresidad no en la violencia.

Creo en la sexualidad no en el sexo.

Creo en el crecimiento.

Creo en la marionetas sin cuerdas.

Creo en cada uno de mi que se encuentra en ti.

Creo que hay un pijama de rayas que nos estan imponiendo como unica salida, asi que dire que NO me lo pongo.

¡¡¡Luchemos por la libertad!!!.



lunes, 21 de mayo de 2012

El lobo que balaba.

Al atacar a un rebaño, una loba dio a luz y poco después murió. El cachorro creció entre las ovejas y llegó él mismo a tomarse por una de ellas, y como una oveja llegó a ser considerado y tratado por el rebaño. Era sumamente apacible, pacía y balaba, ignorando por completo su verdadera naturaleza. Así transcurrieron algunos años.

Un día llegó un lobo hasta el rebaño y lo atacó. Se quedó estupefacto cuando comprobó que entre las ovejas había un lobo que se comportaba como una oveja más. No pudo por menos que decirle:

--Oye, ¿por qué te comportas como una oveja, si tú eres un lobo?

Pero el lobo-oveja baló asustado.

Entonces el lobo lo condujo ante un lago y le mostró su propia imagen.

Pero el lobo-oveja seguía creyéndose una oveja, hasta tal punto que cuando el lobo recién llegado le dio un trozo de carne ni siquiera quiso probarla.

--Pruébala -le ordenó el lobo.

Asustado, sin dejar de balar, el lobo-oveja probó la carne. En ese momento la carne cruda desató sus instintos de lobo y reconoció de golpe su verdadera y propia naturaleza.



domingo, 13 de mayo de 2012

La fábula del erizo.

"La importancia del equilibrio para sobrevivir".




Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío.
Los erizos dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada ...uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.
 
Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro.
 
De esa forma pudieron sobrevivir.

 


viernes, 11 de mayo de 2012

La fábula de los mil espejos.

"La mirada de tu perro es el mejor espejo donde puedes comprobar la grandeza de tu alma".





Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logro meterse por un agujero de una de las puertas de la casa.

El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subir las escaleras se topó con una puerta semi-abierta; lentamente entro en el cuarto.

Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían como mil perritos más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos.

El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco.

Los mil perritos hicieron lo mismo.

Posteriormente sonrío y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedo sorprendido al ver que los mil perritos también le sonreían y ladraban alegremente como él.

Cuando el perrito salió del cuarto se quedo pensando para si mismo:

- ¡Que lugar tan agradable!. "¡Voy a venir más seguido a visitarlo!"

Tiempo después, otro perrito callejero entro en el mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto.

Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros mil perritos del cuarto se sintió amenazado, ya que lo estaban viendo de una manera agresiva.

Posteriormente empezó a gruñir, óbviamente los otros mil perritos también gruñeron como él.

Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros mil perritos le ladraron también a él.

Cuando este perrito salió del cuarto penso:

-"¡Que lugar tan horrible es este!. ¡Nunca mas volveré a entrar allí!"

En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía:

"La casa de los mil espejos".

miércoles, 9 de mayo de 2012

Historia del clicker.


Esta práctica comenzó a emplearse a principios de los años 40 y fue desarrollada por los psicólogos Keller Breland siendo continuado su trabajo por Bob Bailey y Marian Breland quienes se casaron. En un primer momento no tuvo una gran acogida, puesto que se usaban técnicas tradicionales basadas en el castigo. A pesar de esto el clicker se usó para educar a los animales de espectáculo.

Ya en la práctica los principios del adiestramiento con el clicker comenzaron en Estados Unidos a principios de los sesenta, inicialmente se aplicó en el adiestramiento de delfines utilizando un silbato y fue la puesta en práctica de los trabajos de laboratorio del profesor Skinner. Skinner demostró que podía modificar el comportamiento de las ratas dependiendo si les daba comida o descargas eléctricas al presionar una palanca.

En 1938 publicó “El comportamiento de los organismos” que define el condicionamiento operante. El clicker es un refuerzo condicionado secundario descrito por Skinner en 1951 en un trabajo llamado “Como enseñar a los animales”.

En los últimos años se ha comenzado a aplicar esta técnica en todo tipo de animales domésticos: perros, gatos, caballos, llamas, etcétera.

En el caso de los perros este adiestramiento está siendo utilizado con excelentes resultados en perros para minusválidos, perros para sordos, de detección de drogas, perros para anuncios y películas, pero sobre todo con los perros de compañía.

Esta técnica nos recuerda la importancia de seleccionar el instante preciso para premiar a nuestro alumno y nos recuerda la importancia de evitar el castigo para conseguir la colaboración de nuestro perro y mantener su motivación.

Con el paso de los años, este método fue ganando adeptos en Estados Unidos gracias a la bióloga Karen Pryor que entrenaba delfines con este método de trabajo. En la década de los 90 se puso de moda gracias a la práctica del Freestyle, que se basa en realizar coreografías de baile junto a nuestra mascota, este deporte impulsó el clicker.

En conclusión Skinner, Keller Breland y los Bailey son los verdaderos pioneros del entrenamiento de animales que conocemos hoy en día. Tampoco hay que olvidar a Karen Pryor que también se ha encargado de popularizar y perfeccionar las técnicas de el método de entrenamiento con clicker a través de cientos de seminarios por todo el mundo durante los ultimos 25 años.

¿Que es el clicker?.

El clicker es un instrumento sencillo que nos ayuda en el aprendizaje de un comportamiento de nuestro perro. El clicker emite un sonido al pulsarlo, sonido que debemos fijar en el perro como la consecución del objetivo, siendo la anticipación del premio. Una vez que el perro entienda que ese sonido es lo que le trae el premio, buscara reproducir conductas que lo lleven a conseguir oír ese sonido.

lunes, 7 de mayo de 2012

William Thorpe.

Autor clásico "Naturaleza animal, naturaleza humana".

En sus obras señala, que la Etología - estudio comparado del comportamiento natural de las especies animales -, tiene sus raíces en la historia natural, delimita sus fronteras con la zoología y con la psicología comparada, y se relaciona con la neuropsicología, integrada, la fisiología hormonal, la ecología comportamental, y la biología de poblaciones.

Su libro "Breve historia de la Etología" que ha sido en gran parte nuestra base de datos históricos.

Decía este extraordinario científico " Los teólogos, comenzaron prestando atención al repertorio completo de acciones y movimientos de los animales en su ambiente natural, perfeccionaron luego las técnicas de observación, singularización, y registros, sometieron más tarde a estudios experimentales las pautas estereotipadas y rígidas de las especies y estudiaron las causas y las funciones, que permitieron ofrecer explicaciones ontológicas y evolutivas del comportamiento animal.

Karl Spencer Lashley

(Davis, 1890-Poitiers, 1958) Psicólogo estadounidense. Con objeto de estudiar los fenómenos de aprendizaje y la discriminación sensorial llevó a cabo diversos experimentos con ratas, que le condujeron a afirmar que lo que interesa en la aparición de los trastornos funcionales es el tamaño de la lesión y no su localización. Destaca su obra Los mecanismos cerebrales y la inteligencia (1929).

sábado, 5 de mayo de 2012

Ciclo sexual.

La hembra es capaz de procrear desde la pubertad, difícil de fijar la edad concreta en la que se produce la pubertad en una perra, pues influyen factores medioambientales como la latitud, la exposición a los rayos del sol, el régimen alimenticio, administración de medicamentos y presencia de otras hembras. Generalmente entre los 8 y 10 meses ya son sexualmente activas.

La perra presenta dos celos anuales, con un intervalo de 6 a 8 meses. Se observan más hembras en fase estro, en la primavera y principios de verano, aunque ocurren en cualquier época del año. Lo más importante es que sean regulares. Las hembras que tienen celos cada 4 meses o menos suelen presentar alguna patología en su aparato reproductor.

El primer celo suele aparecer entre los 6 y 9 meses de edad, generalmente las razas grandes lo tiene más tarde. Si a los 18 meses la hembra no ha tenido su primer celo acude al veterinario para que estudie las causas.

No es necesario que la hembra críe al menos una vez en su vida, no tiene necesidad psíquica ni física. 

 El ciclo estral se divide en cuatro fases:

- ANESTRO: Es el periodo de inactividad ovárica, no hay descarga vaginal. Dura unos 125 días.

- PROESTRO: La hembra presenta los primeros signos de edema vulgar y descarga vaginal teñida con sangre, por la acción de los estrógenos, no debemos confundir con la menstruación. La hembra esta de mal humor, inquieta y excitable. Con las hembras puede mostrarse agresiva, atacarles e incluso montar y hacer movimientos costales. Rechazará a los machos con violencia.. Al final del proestro se producen las feromonas en el tracto vaginal, extractadas en orina, y secreción vaginal; que son las que atraen a los machos, mientras que dejan indiferentes a las hembras. A partir de entonces la hembra esta más tranquila y permite que el macho le monte pero sin penetrar ni eyacular. Dura unos 9 días.

- ESTRO O CELO: Los genitales están visiblemente agrandados y edematos y estrógenos, al actuar sobre un sistema nervioso central dan lugar a las manifestaciones psicomáticas del celo. La hembra muestra interés por el macho, le muestra los cuartos traseros para atraerlo, eleva la región pélvica, expone la región perianal y agita la cola. Desaparece la hemorragia. Dura aproximadamente 9 días.

- METAESTRO Y DIOESTRO: Viene marcado por la última aceptación del macho y la regresión del cuerpo lúteo. Es durante el metaestro cuando se presentan la mayor parte de los problemas clínicos relacionados con la reproducción. Tiene una duración de unos 75 días. 

 Si nuestra hembra esta en celo debemos vigilarla, y no soltarla aunque no haya ningún perro a la vista, pues podría olerle y acudir. Incluso ella podría escaparse para buscar un macho. Si tenemos un macho, y hay una hembra en celo por la zona en la que vivimos debemos vigilarle, pues es nuestra responsabilidad si queda preñada. Si tenemos pareja hay que extremar las precauciones.

Razas.

Cada una de las variantes genéticas del perro.
Conjunto de individuos que presentan caracteres comunes, que los distinguen de otros de su especie y que son transmisiblemente parecidos.

viernes, 4 de mayo de 2012

Charles Robert Darwin. Historia de la evolución y de la selección natural.


Charles Robert Darwin nació en Sherewsbury el 12 de febrero de 1809. Fue el segundo hijo varón de Robert Waring Darwin, médico de fama en la localidad, y de Susannah Wedgwood, hija de un célebre ceramista del Staffordshire, Josiah Wedgwood, promotor de la construcción de un canal para unir la región con las costas y miembro de la Royal Society. Su abuelo paterno, Erasmus Darwin, fue también un conocido médico e importante naturalista, autor de un extenso poema en pareados heroicos que presentaba una alegoría del sistema linneano de clasificación sexual de las plantas, el cual fue un éxito literario del momento; por lo demás, sus teorías acerca de la herencia de los caracteres adquiridos estaban destinadas a caer en descrédito por obra, precisamente, de su nieto. Además de su hermano, cinco años mayor que él, Charles tuvo tres hermanas también mayores y una hermana menor. Tras la muerte de su madre en 1817, su educación transcurrió en una escuela local y en su vejez recordó su experiencia allí como lo peor que pudo sucederle a su desarrollo intelectual.

Ya desde la infancia dio muestras de un gusto por la historia natural que él consideró innato y, en especial, de una gran afición por coleccionar cosas (conchas, sellos, monedas, minerales) el tipo de pasión «que le lleva a uno a convertirse en un naturalista sistemático, en un experto, o en un avaro».

En octubre de 1825 Darwin ingresó en la Universidad de Edimburgo para estudiar medicina por decisión de su padre, al que siempre recordó con cariño y admiración (y con un respeto no exento de connotaciones psicoanalíticas); la hipocondría de su edad adulta combinó la desconfianza en los médicos con la fe ilimitada en el instinto y los métodos de tratamiento paternos. Sin embargo Darwin no consiguió interesarse por la carrera; a la repugnancia por las operaciones quirúrgicas y a la incapacidad del profesorado para captar su atención, vino a sumarse el creciente convencimiento de que la herencia de su padre le iba a permitir una confortable subsistencia sin necesidad de ejercer una profesión como la de médico. De modo que, al cabo de dos cursos, su padre, dispuesto a impedir que se convirtiera en un ocioso hijo de familia, le propuso una carrera eclesiástica. Tras resolver los propios escrúpulos acerca de su fe, Darwin aceptó con gusto la idea de llegar a ser un clérigo rural y, a principios de 1828, después de haber refrescado su formación clásica, ingresó en el Christ's College de Cambridge.

Una nueva vida

Pero en Cambridge, como antes en Edimburgo y en la escuela, Darwin perdió el tiempo por lo que al estudio se refiere, a menudo descuidado para dar satisfacción a su pasión por la caza y por montar a caballo, actividades que ocasionalmente culminaban en cenas con amigos de las que Darwin conservó un recuerdo -posiblemente exagerado- como de auténticas francachelas. Con todo, su indolencia quedó temperada por la adquisición de sendos gustos por la pintura y la música, de los que él mismo se sorprendió más tarde, dada su absoluta carencia de oído musical y su incapacidad para el dibujo (un «mal irremediable», junto con su desconocimiento práctico de la disección, que representó una desventaja para sus trabajos posteriores).

Más que de los estudios académicos que se vio obligado a cursar, Darwin extrajo provecho en Cambridge de su asistencia voluntaria a las clases del botánico y entomólogo reverendo John Henslow, cuya amistad le reportó «un beneficio inestimable» y que tuvo una intervención directa en dos acontecimientos que determinaron su futuro: por una parte, al término de sus estudios en abril de 1831, Henslow le convenció de que se interesase por la geología, materia por la que las clases recibidas en Edimburgo le habían hecho concebir verdadera aversión, y le presentó a Adam Sedgwick, fundador del sistema cambriano, quien inició precisamente sus estudios sobre el mismo en una expedición al norte de Gales realizada en abril de ese mismo año en compañía de Darwin (treinta años más tarde, Henslow se vería obligado a defender al discípulo común ante las violentas críticas dirigidas por Sedgwick a las ideas evolucionistas); por otra parte, lo que es aún más importante, fue Henslow quien le proporcionó a Darwin la oportunidad de embarcarse como naturalista con el capitán Robert Fitzroy y acompañarle en el viaje que éste se proponía realizar a bordo del Beagle alrededor del mundo.

En un principio su padre se opuso al proyecto, manifestando que sólo cambiaría de opinión si «alguien con sentido común» era capaz de considerar aconsejable el viaje. Ese alguien fue su tío -y futuro suegro- Josiah Wedgwood, quien intercedió en favor de que su joven sobrino cumpliera el objetivo de viajar que Darwin se había fijado ya meses antes, cuando la lectura de Humboldt suscitó en él un deseo inmediato de visitar Tenerife y empezó a aprender castellano y a informarse acerca de los precios del pasaje. El 27 de diciembre de 1831 el Beagle zarpó de Davenport con Darwin a bordo y dispuesto a comenzar la que él llamó su «segunda vida», tras dos meses de desalentadora espera en Plymouth, mientras la nave era reparada de los desperfectos ocasionados en su viaje anterior, y después de que la galerna frustrara dos intentos de partida. Durante ese tiempo, Darwin experimentó «palpitaciones y dolores en el corazón» de origen más que probablemente nervioso, como quizá también lo habrían de ser más tarde sus frecuentes postraciones. Sin saberlo, Darwin había corrido el riesgo de ser rechazado por Fitzroy, ya que éste, convencido seguidor de las teorías fisiognómicas del sacerdote suizo Johann Caspar Lavater estimó en un principio que la nariz del naturalista no revelaba energía y determinación suficientes para la empresa.

El viaje del Beagle

El objetivo de la expedición dirigida por Fitzroy era el de completar el estudio topográfico de los territorios de la Patagonia y la Tierra del Fuego, el trazado de las costas de Chile, Perú y algunas islas del Pacífico y la realización de una cadena de medidas cronométricas alrededor del mundo. El periplo, de casi cinco años de duración, llevó a Darwin a lo largo de las costas de América del Sur, para regresar luego durante el último año visitando las islas Galápagos, Tahití, Nueva Zelanda, Australia, Mauricio y Sudáfrica. Durante ese período su talante experimentó una profunda transformación. La antigua pasión por la caza sobrevivió los dos primeros años con toda su fuerza y fue él mismo quien se encargó de disparar sobre los pájaros y animales que pasaron a engrosar sus colecciones; poco a poco, sin embargo, esta tarea fue quedando encomendada a su criado a medida que su atención resultaba cada vez más absorbida por los aspectos científicos de su actividad.

El estudio de la geología fue, en un principio, el factor que más contribuyó a convertir el viaje en la verdadera formación de Darwin como investigador, ya que con él entró inexcusablemente en juego la necesidad de razonar. Darwin se llevó consigo el primer volumen de los Principles of Geology de Charles Lyell, autor de la teoría llamada de las causas actuales y que habría de ser su colaborador en la exposición del evolucionismo; desde el reconocimiento de los primeros terrenos geológicos que visitó (la isla de São Tiago, en Cabo Verde), Darwin quedó convencido de la superioridad del enfoque preconizado por Lyell. En Sao Tiago tuvo por vez primera la idea de que las rocas blancas que observaba habían sido producidas por la lava derretida de antiguas erupciones volcánicas, la cual, al deslizarse hasta el fondo del mar, habría arrastrado conchas y corales triturados comunicándoles consistencia rocosa. Hacia el final del viaje, Darwin tuvo noticia de que Sedgwick había expresado a su padre la opinión de que el joven se convertiría en un científico importante; el acertado pronóstico era el resultado de la lectura por Henslow, ante la Philosophical Society de Cambridge, de algunas de las cartas remitidas por Darwin.

La teoría sobre la formación de los arrecifes de coral por el crecimiento de éste en los bordes y en la cima de islas que se iban hundiendo lentamente, fue el primero en ver la luz (1842) de entre los logros científicos obtenidos por Darwin durante el viaje. Junto a éste y al establecimiento de la estructura geológica de algunas islas como Santa Elena, está el descubrimiento de la existencia de una cierta semejanza entre la fauna y la flora de las islas Galápagos con las de América del Sur, así como de diferencias entre los ejemplares de un mismo animal o planta recogidos en las distintas islas, lo que le hizo sospechar que la teoría de la estabilidad de las especies podría ser puesta en entredicho. Fue la elaboración teórica de esas observaciones la que, años después, resultó en su enunciado de las tesis evolutivas.

Darwin regresó a Inglaterra el 2 de octubre de 1836; el cambio experimentado en esos años debió de ser tan notable que su padre, «el más agudo observador que se haya visto de natural escéptico y que estaba lejos de creer en la frenología», al volverlo a ver dictaminó que la forma de su cabeza había cambiado por completo. También su salud se había alterado; hacia el final del viaje se mareaba con más facilidad que en sus comienzos, y en el otoño de 1834 había estado enfermo durante un mes. Se ha especulado con la posibilidad de que en marzo de 1835 contrajera una infección latente de la llamada enfermedad de Chagas como consecuencia de la picadura de un insecto. De todos modos desde su llegada hasta comienzos de 1839 Darwin vivió los meses más activos de su vida, pese a las pérdidas de tiempo que le supuso el sentirse ocasionalmente indispuesto. Trabajó en la redacción de su diario del viaje (publicado en 1839) y en la elaboración de dos textos que presentaran sus observaciones geológicas y zoológicas. Instalado en Londres desde marzo de 1837, se dedicó a «hacer un poco de sociedad», actuando como secretario honorario de la Geological Society y tomando contacto con Lyell. En julio de ese año empezó a escribir su primer cuaderno de notas sobre sus nuevos puntos de vista acerca de la «transmutación de las especies», que se le fueron imponiendo al reflexionar acerca de sus propias observaciones sobre la clasificación, las afinidades y los instintos de los animales, y también como consecuencia de un estudio exhaustivo de cuantas informaciones pudo recoger relativas a las transformaciones experimentadas por especies de plantas y animales domésticos debido a la intervención de criadores y horticultores.

Sus investigaciones, realizadas sobre la base de «auténticos principios baconianos», pronto le convencieron de que la selección era la clave del éxito humano en la obtención de mejoras útiles en las razas de plantas y animales. La posibilidad de que esa misma selección actuara sobre los organismos que vivían en un estado natural se le hizo patente cuando en octubre de 1838 leyó «como pasatiempo» el ensayo de Malthus sobre la población, dispuesto como se hallaba, por sus prolongadas observaciones sobre los hábitos de animales y plantas, a percibir la presencia universal de la lucha por la existencia, se le ocurrió al instante que, en esas circunstancias, las variaciones favorables tenderían a conservarse, mientras que las desfavorables desaparecerían, con el resultado de la formación de nuevas especies. Darwin estimó que, «al fin, había conseguido una teoría con la que trabajar»; sin embargo, preocupado por evitar los prejuicios, decidió abstenerse por un tiempo de «escribir siquiera el más sucinto esbozo de la misma». En junio de 1842 se permitió el placer privado de un resumen muy breve -35 páginas escritas a lápiz-, que amplió hasta 230 páginas en el verano del año 1844.

Por entonces, Darwin había contraído matrimonio el 29 de enero de 1839 con su prima Emma Wedgwood. Residieron en Londres hasta septiembre de 1842, cuando la familia se instaló en Down, en el condado de Kent, buscando un género de vida que se adecuase mejor a los frecuentes períodos de enfermedad que, a partir del regreso de su viaje, afligieron constantemente a Darwin. Por lo demás, los años de Londres fueron, por lo que a vida social se refiere, un preludio del retiro casi total en el que vivió en Down hasta el final de sus días. El 27 de diciembre de 1839 nació el primer hijo del matrimonio y Darwin inició con él una serie de observaciones, que se prolongaron a lo largo de los años, sobre la expresión de las emociones en el hombre y en los animales. Tuvo diez hijos, seis varones y cuatro mujeres, nacidos entre 1839 y 1856, de los que dos niñas y un niño murieron en la infancia.

La teoría de la evolución

Durante los primeros años de su estancia en Down, Darwin completó la redacción de sus trabajos sobre temas geológicos y se ocupó también de una nueva edición de su diario de viaje, que en un principio había aparecido formando parte de la obra publicada por Fitzroy sobre sus expediciones; en las notas autobiográficas que redactó en 1876 (reveladoramente tituladas como Recollections of the Development of my Mind and Character), Darwin reconoció que «el éxito de este mi primer retoño literario siempre enardece mi vanidad más que el de cualquier otro de mis libros». De 1846 a 1854 Darwin estuvo ocupado en la redacción de sus monografías sobre los cirrípodos, por los que se había interesado durante su estancia en las costas de Chile al hallar ejemplares de un tipo que planteaba problemas de clasificación. Esos años de trabajo sirvieron para convertirlo en un verdadero naturalista según las exigencias de su época, añadiendo al aprendizaje práctico adquirido durante el viaje la formación teórica necesaria para abordar el problema de las relaciones entre la historia natural y la taxonomía. Además, sus estudios sobre los percebes le reportaron una sólida reputación entre los especialistas, siendo premiados en noviembre de 1853 por la Royal Society, de la que Darwin era miembro desde 1839.

A comienzos de 1856 Lyell aconsejó a Darwin que trabajara en el completo desarrollo de sus ideas acerca de la evolución de las especies. Darwin emprendió entonces la redacción de una obra que, aun estando concebida a una escala tres o cuatro veces superior de la que luego había de ser la del texto efectivamente publicado, representaba, en su opinión, un mero resumen del material recogido al respecto. Pero, cuando se hallaba hacia la mitad del trabajo, sus planes se fueron al traste por un suceso que precipitó los acontecimientos: en el verano de 1858 recibió un manuscrito que contenía una breve pero explícita exposición de una teoría de la evolución por selección natural, que coincidía exactamente con sus propios puntos de vista. El texto, remitido desde la isla de Ternate, en las Molucas, era obra de Alfred Russell Wallace, un naturalista que desde 1854 se hallaba en el archipiélago malayo y que ya en 1856 había enviado a Darwin un artículo sobre la aparición de especies nuevas con el que éste se sintió ampliamente identificado. En su nuevo trabajo, Wallace hablaba como Darwin, de «lucha por la existencia», una idea que, curiosamente, también le había venido inspirada por la lectura de Malthus. Darwin puso a Lyell en antecedentes del asunto y le comunicó sus vacilaciones acerca de cómo proceder respecto de la publicación de sus propias teorías, llegando a manifestar su intención de destruir sus propios escritos antes que aparecer como un usurpador de los derechos de Wallace a la prioridad. El incidente se saldó de manera salomónica merced a la intervención de Lyell y del botánico Joseph Dalton Hooker, futuro director de los Kew Gardens creados por su padre y uno de los principales defensores de las teorías evolucionistas de Darwin, con quien le unió una estrecha amistad desde 1843. Siguiendo el consejo de ambos, Darwin resumió su manuscrito, que fue presentado por Lyell y Hooker ante la Linnean Society el 1 de julio de 1858, junto con el trabajo de Wallace y con un extracto de una carta remitida por Darwin el 5 de septiembre de 1857 al botánico estadounidense Asa Gray, en el que constaba un esbozo de su teoría. Wallace no puso nunca en cuestión la corrección del procedimiento; más tarde, en 1887, manifestó su satisfacción por la manera en que todo se había desarrollado, aduciendo que él no poseía «el amor por el trabajo, el experimento y el detalle tan preeminente en Darwin, sin el cual cualquier cosa que yo hubiera podido escribir no habría convencido nunca a nadie».

Tras el episodio, Darwin se vio obligado a dejar de lado sus vacilaciones por lo que a la publicidad de sus ideas se refería y abordó la tarea de reducir la escala de la obra que tenía entre manos para enviarla cuanto antes a la imprenta; en «trece meses y diez días de duro trabajo» quedó por fin redactado el libro On the Origin of Species by means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life, del que los primeros 1.250 ejemplares se vendieron el mismo día de su aparición, el 24 de noviembre de 1859. Las implicaciones teológicas de la obra, que atribuía a la selección natural facultades hasta entonces reservadas a la divinidad, fueron causa de que inmediatamente empezara a formarse una enconada oposición, capitaneada por el paleontólogo Richard Owen, quien veinte años antes había acogido con entusiasmo las colecciones de fósiles traídas por Darwin de su viaje. En una memorable sesión de la British Association for the Advancement of Science que tuvo lugar en Oxford el 30 de junio de 1860, el obispo Samuel Wilberforce en calidad de portavoz del partido de Owen ridiculizó con brillante elocuencia las tesis evolucionistas, provocando una contundente réplica por parte de Thomas Henry Huxley, zoólogo, que fue el principal defensor ante la oposición religiosa de las tesis de Darwin, ganándose el sobrenombre de su bulldog. A la pregunta de Wilberforce sobre si a Huxley le hubiera sido indiferente saber que su abuelo había sido un mono, la respuesta inmediata fue, según el testimonio de Lyell: «Estaría en la misma situación que su señoría».

Darwin se mantuvo apartado de la intervención directa en la controversia pública hasta 1871, cuando se publicó su obra The Descent of Man and Selection in Relation to Sex, donde expuso sus argumentos en favor de la tesis de que el hombre había aparecido sobre la Tierra por medios exclusivamente naturales. Tres años antes había aparecido su estudio sobre la variación en animales y plantas por los efectos de la selección artificial, en el que trató de formular una teoría sobre el origen de la vida en general («pangénesis»), que resultó ser la más pobre de sus aportaciones a la biología. En 1872, con The Expression of the Emotions in Man and Animals, obra seminal de lo que luego sería el estudio moderno del comportamiento, Darwin puso fin a sus preocupaciones por los problemas teóricos y dedicó los últimos diez años de su vida a diversas investigaciones en el campo de la botánica.

A finales de 1881 comenzó a padecer graves problemas cardíacos y falleció a consecuencia de un ataque al corazón el 19 de abril de 1882.

jueves, 3 de mayo de 2012

Ver y decidir si quieres compartir.

Marley y yo.

Karl Von Frisch.



(Viena, 1886 - Munich, 1982) Etólogo austríaco. Estudió zoología en Munich y Trieste. Posteriormente, enseñó en varias universidades. Estudio durante cuarenta años el comportamiento de la abejas de la miel. Demostró que estos insectos hacen uso de la luz polarizada para orientarse en su vuelo de regreso a la colmena, que no pueden distinguir entre ciertas formas y sí ver algunos colores, incluido el ultravioleta, invisible para el hombre. También demostró que una abeja exploradora podía informar a otras abejas obreras de la dirección y distancia donde se encontraba el alimento; Frisch pensaba que esta información podía ser transmitida mediante el olor. Sus estudios del comportamiento animal le valieron, en 1973, el premio Nobel de Medicina y Fisiología, que compartió con Konrad Lorenz y Nikolas Tinbergen, por sus descubrimientos sobre la organización y el desencadenamiento de las pautas de la conducta individuales y sociales.